viernes, 26 de agosto de 2011

Homofobia a la "antigüita"

Artículo publicado originalmente en el fanzine universitario "El Ignorante"

Todo “argumento” que intente refutar los matrimonios entre personas del mismo sexo, parece proceder de un tradicionalismo extremo y de un marcado temor al cambio. Asimismo, desde mi punto de vista, estas argumentaciones están cargadas de connotaciones homofóbicas. Y es que me pregunto: ¿es posible argumentar razonablemente, sin caer en tendencias homofóbicas, contra los matrimonios de personas del mismo sexo?

Retomemos un momento las reformas al código civil realizadas para avalar el matrimonio gay en el Distrito Federal: en el artículo 146, se modificó: “el matrimonio es la unión libre entre un hombre y una mujer”, por: “la unión libre de dos personas” y al artículo 391, con respecto a la adopción afirma que: “podrán disfrutar también las parejas del mismo sexo”.

Ante esta situación se levantó una gran polémica y se llevó a cabo una movilización política (principalmente efectuada por el Partido Acción Nacional y por algunas instituciones religiosas) para detener dicha reforma y mostrar su más rotundo rechazo ante ésta. Las argumentaciones realizadas por estos grupos se enfocaban en cosas como: la desnaturalización del concepto de matrimonio, la ausencia de bases biológicas que lo sustenten, el desinterés de los homosexuales por contraer matrimonio, entre otra clase de sentencias y afirmaciones poco sólidas e irrazonables, eso sin mencionar las barbaridades que se han escuchado al respecto como: “Si homosexuales adoptan violarían a los niños” del diputado del PRI Cristian Vargas, o lo que el gobernador del estado de Jalisco declaró: “los matrimonios homosexuales me dan asquito"

Estos pseudoargumentos y desafortunadas declaraciones nos muestran que lo que se busca no es, como se argumentaba, mostrar la ilegitimidad de las reformas para avalar el matrimonio entre personas del mismo sexo, sino que, tienen como único fin aferrarse a una idea tradicionalista y conservadora que sólo nos enseña los dientes sucios de la homofobia que padece una parte de la clase política mexicana. Lo que intentan es defender a capa y espada su moralidad tradicionalista, su conservadurismo hecho a la “antigüita” y sus normas fundadas en el miedo a lo diferente y en el rechazo a lo desconocido. A ellos podemos llamarlos ignorantes, pero no en el sentido que lo somos nosotros. Ellos viven en el tabú y lo rechazan, mientras que nosotros lo confrontamos y descubrimos que la divergencia es enriquecedora para nuestra persona, esa es la diferencia entre su ignorancia y la nuestra.





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